viernes, 27 de febrero de 2009







Si no creyera en la balanza
en la razón del equilibrio
si no creyera en el delirio
si no creyera en la esperanza.
(La maza. Silvio Rodríguez)

Vio su esfuerzo, su trabajo, su sudor y sus ilusiones quedar destrozados en un instante. Trabaja en un taller ferroviario y su padre fue concejal socialista de Lazcano, su pueblo. Como otros conciudadanos acudió a la concentración de repulsa por el atentado para, como sucede siempre, tener que soportar la burla indisimulada de los matones que, amparados en su impunidad y en el grupo, contemplaban con cara de cachondeo la manifestación. Pero esta vez algo hizo "click" y sin hablar con nadie, sin pedir ayuda, Emilio Gutiérrez, agarró una maza de su coche y aplicó literalmente la Ley de Talión, destrozando el cubil de lobos sangrientos que esconden todas y cada una de las tabernas donde se reúnen los sicarios nacionalistas. 

No puedo dejar de reconocer que cuando vi el vídeo de los hechos, mi corazón empujaba cada uno de los golpes que Emilio lanzaba a diestro y siniestro. ¿Es la solución del problema emprenderla a golpes?, seguramente no, pero tengo claro que, si mucho tiempo atrás hubieran existido en esa preciosa tierra más "emilios" dispuestos a hacer frente a los malos y, sobre todo, a dejar claro a quienes los amparan que los tenían enfrente, ahora no habría que soportar el lodazal en que han convertido allí la convivencia. 

Cuando todo había acabado y mientras era esposado por los policías, Emilio solo lo lamentaba por sus padres. Y es que, una vez que había descargado su más que comprensible rabia, era muy consciente de que con su actuación acababa de firmar una sentencia para el y para su familia. La pena es como mínimo de destierro y, esperemos que no, como máximo de un tiro en la nuca. No tardaron los chacales en calificar la agresión de fascista y en convocar una manifestación para: "responder al ataque y protestar por el estado de excepción que padece Euskal Herria" (sic).  No puedo estar más de acuerdo en que aquello es un estado de excepción, pero la acción de este hombre me sigue dando razones para creer en el futuro, porque como dice otro de los versos de la canción de Silvio:

Si no creyera en lo que duele
si no creyera en lo que queda
si no creyera en lo que lucha...
que cosa fuera la maza sin cantera.





viernes, 20 de febrero de 2009

Esta es la primera entrada de este blog en el que pretendo ir volcando mis pensamientos, algunos escritos y comentarios. No se el grado de constancia que me permitirá el día día, pero me hace ilusión dejar retazos cuando surjan. El blog tiene su título en caló porque creo que es el habla de un pueblo que sabe expresar como pocos sus sentimientos, quizás porque su historia esta construida de sufrimiento. Mi firma (A compás) refleja mi reconocimiento a una de mis pasiones: el flamenco, una forma de expresión absoluta y, para mi, incontestable. El resto de mis gustos y aficiones aparecerán poco a poco en estas paginas que, por otro lado me gustaría que pudieran ser punto de encuentro para mis amigos (conocidos o no).

No puedo terminar estas primeras letras sin decir que mi vida se sujeta en mi gente pero, sobre todo, en tres pilares: dos más pequeños (aunque ya no tanto) y el principal que me ayuda, apoya y me aguanta y sin el que se que mi vida no sería posible. Porque, gracias a Dios, después de veinte años, puedo seguir diciendo como esa preciosa bulería de Mayte Martín:

"Esta mañana he sentío
en mi cuerpo nacer un escalofrío
tu aroma quitarme los cinco sentíos
y mi cuerpo morir por tu cuerpo dormío"  

Te quiero.